miércoles, 9 de diciembre de 2015

Diciembre.

Últimos días del año. Un año que para muchos de nosotros fue bueno y para otros no tanto. Últimas oportunidades que tenemos para cumplir nuestros deseos.
Ahora es cuando empiezas a pensar en los propósitos que nunca cumplirás pero año tras año te convences de que si, aunque realmente ya sepas que es en vano. Empieza la época de echar de menos a los que faltan en la mesa por un motivo o por otro, los ireemplazables. Comienzan los días en casa y las películas navideñas. Empiezas a pensar en todo lo que a pasado a lo largo de este año,  las cosas que dejas atrás y lo cambiada que está tu vida con respecto al año pasado. Te paras y piensas en los que te fallaron, en los que perdiste y te acuerdas de los que aunque se hayan ido, jamás los olvidarás. Te das cuenta de que la vida es un día a día constante y en cada momento es un mundo, porque ya sabes que ningún momento que el anterior, el posterior o los siguientes que vienen. Te das cuenta de las personas magníficas que han aparecido a lo largo de estos 365 días que si te lo llegaran a decir ni e imaginarías... Brindar por todos los que siguen a tu lado a pesar de todo, por aquellos que más que amigos se comportan como hermanos. Por los que viven tus mejores recuerdos y te ayudan a superar los peores. Por los que une el verano y te acompañan en todas las estaciones del año. Por los tuyos y por ti. Sobre todo brinda por ti, porque solo tú sabes lo que has llorado y sufrido... porque solo tú sabes cuando la única opción es seguir y tienes lo que hay que tener para ponerte en pie y seguir hacia delante. Empieza los días que solo piensas en que vestido llevar en Nochevieja y en copas que tomas esa noche. Y hablando de noche preferida del año cuando eres pequeño... Vaya pena perder la ilusión de esa noche mágica no? Te das cuanta de como a medida que creces tu mejor regalo sería la vuelta de esa persona tan especial, que por circunstancias, la vida te arrebató.








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